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Un ser humano tiene cuatro aspectos, que no están separados sino que son interdependientes. El primero es el aspecto biológico de la FUERZA VITAL, que aquí se llama X, porque en realidad no es definible—uno sabe que existe, y sabe cuando no es así, en todo ser. Así que, como en el álgebra, se utiliza una X para indicar que algo existe, que aún no se puede definir con precisión. En seguida está la FUNCIÓN CONCIENCIA, que es lo mismo que los sentidos, pero más que los sentidos cuando está desarrollada. Una Función Conciencia desarrollada es más que la “programación” del cerebro, determina los sentimientos. El tercer aspecto es la MOTRICIDAD, el CUERPO FÍSICO, a través del cual se vive la vida. El cuarto aspecto es la ACTIVIDAD del conjunto. Cuando un solo propósito es la base de la vida de una persona, no hay conflicto y él o ella funciona con todos los aspectos en armonía. La persona se siente a gusto... La Función Conciencia recibió impresiones de dentro y de fuera, de otras personas, lugares, cosas, acontecimientos. Forma un sentimiento acerca de esas impresiones que no opta por ignorar, y ese sentimiento está en armonía con el propósito de vivir. El sentimiento de la Conciencia es un medio de comunicación con la Fuerza Vital, X, que responde apropiadamente a través del Cuerpo Físico a la información que recibió, y se produce la Acción. 

Pocas personas funcionan como el ser humano fue diseñado para funcionar así como en el diagrama anterior. Cuando un bebe nace, el trauma de dejar el mundo uterino que no tiene perturbación le hace reaccionar con un sentimiento de que el único propósito de vivir es volver a recuperar el estado de no-perturbación. Esa decisión se convierte en la actitud y en la acción de ahí en adelante. A medida que crece, el niño toma más decisiones en cuanto a cómo lograr su propósito de no-perturbación. Se queja, lo cual funciona para un bebe. Cuando se llega el día que esto no funciona, el defiende sus “derechos” o exige no-perturbación. (Esto da principio al lado A de La Imagen del Hombre.) Con el tiempo descubre que el complacer a la gente a veces logra que él se salga con la suya. (Esto da principio al lado B) En ese momento se forma el conflicto. El quiere llorar, “pero” siente que “debe” complacer. Luego él ve a los padres, maestros, a otros como autoridades. Esto es comprensible para un niño y ayuda a mantenerlo a salvo. Sin embargo, no es comportamiento adulto. El constante conflicto entre lo que él quiere hacer y lo que “debe” hacer (el conflicto entre el lado A y el lado B) se intensifica y él siente que si él se superara, las cosas estarían mejor. Esto no funciona, tampoco, y él culpa a todos y a todo por sus perturbaciones, viviendo en conflicto, excepto cuando se distrae. El conflicto se percibe por la Función Conciencia como una emergencia. Esta situación de emergencia falsa se comunica a la Fuerza Vital, X, que siempre hace lo apropiado DE LA INFORMACIÓN QUE RECIBE, en este caso proporcionando energía para luchar o huir. Si esta energía movilizada no se utiliza en actividad violenta, desintegra el cuerpo; el utilizar la energía de emergencia sin una emergencia es un comportamiento inusual; ni lo uno ni lo otro es vivir en armonía. Con el tiempo se produce la desintegración.